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Edwin A. Maurás Nieves
Efesios 2:8 (TLA): “Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.”
En estos tiempos de año nuevo, siempre están presentes los regalos. Y no importa qué edad tengamos siempre es grato abrir uno. Los regalos se hicieron para abrirse, de modo que no podemos hablar de regalos, sino hablamos del disfrute que da cuando los abrimos. Y esta es la idea que quiero compartir junto con el texto bíblico de Efesios. Es un texto que nos invita a reflexionar, a autoevaluarnos para poder apreciar y abrazar ese gran regalo que hemos recibido de Dios.
Cuando leemos el texto en otra versión dice “porque por gracia sois salvos por medio de la Fe” (RVR60). Cuando analizamos la palabra gracia, es sumamente interesante saber que no es un concepto cristiano, es uno que utilizaban los Romanos para dar favor a un soldado que vencía en la guerra. Consistía en que estaría un tiempo a la mesa con el rey compartiendo y comiendo. De modo que la gracia era manifestada por el rey a un soldado, y la vida del soldado jamás sería la misma porque un día estuvo a la mesa con el rey.
Este concepto Pablo lo usa y lo cristianiza para enseñar que nosotros somos salvos por gracia, y un día estaremos a la mesa con el rey. En síntesis, sentarnos a la mesa del rey, y ser parte de esa gracia, nos transforma la vida. Esto conecta con el texto inicial, porque ya Dios dispuso todo, pero queda de nosotros aceptar esa gracia, aceptar ese regalo que nos han dado. El texto continúa diciendo que ninguno de nosotros merecíamos ese regalo de salvación pero, aún así, Dios decide hacernos ese regalo. El problema que vemos es que muchos no son transformados por esa gracia por tres razones que comparto en mi primer libro “Profundizando”.
Primero porque pensamos que no somos malos, segundo porque minimizamos el efecto del pecado y tercero por ideas incorrectas.
En el primer punto, tenemos siempre algo que arreglar en nuestra vida y quizás la falta de orgullo nos haga creer que somos muy buenos y que, por ende, no necesitamos ese regalo de gracia. El segundo punto es que a veces tratamos de olvidar el gran problema del mal, que evitamos ser transformados por esa gracia y por eso ese gran regalo queda sin abrirse. Y por último, nuestras ideas incorrectas de Dios, por malas interpretaciones, quizás sea el mayor problema para no ser transformados, porque nos enseñaron de un Dios malo, cuando la realidad es que Dios es muy bueno.
En este nuevo tiempo y en esta nueva temporada que Dios nos regala, para poder disfrutar de esa “Gracia” y “Regalo” es importante que sepamos que necesitamos de Dios y solo Él puede transformar nuestras vidas cuando decidimos abrir ese regalo.