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noviembre 21, 2024
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Epilepsia sin convulsiones en adultos mayores

(Foto/Archivo)

La epilepsia es un trastorno cerebral en el cual una persona tiene convulsiones repetidas durante un tiempo. Las convulsiones son episodios de actividad eléctrica descontrolada y anormal de las neuronas que pueden causar cambios en la atención o el comportamiento como movimientos corporales.

La epilepsia ocurre cuando los cambios en el tejido cerebral hacen que el cerebro esté demasiado excitable o irritable. Como resultado de esto, las células cerebrales envían señales eléctricas anormales. Esto ocasiona convulsiones repetitivas e impredecibles.

La epilepsia es comúnmente asociada con las convulsiones visibles, pero en los adultos mayores puede manifestarse de manera sutil y sin las características de crisis convulsivas, lo que a menudo dificulta su diagnóstico. La llamada “epilepsia sin convulsiones” puede presentarse como episodios de desconexión, cambios en el estado de alerta o episodios breves de confusión, síntomas que pueden confundirse fácilmente con demencia, efectos secundarios de medicamentos u otras condiciones comunes en la tercera edad.

Este tipo de epilepsia incluye crisis focales en las que no hay movimientos corporales repentinos ni convulsiones. En cambio, los síntomas pueden incluir:

• Episodios de pérdida temporal de la conciencia.

• Desorientación o confusión breve.

• Cambios en la conducta o en la memoria.

• Mirada fija, como si la persona estuviera desconectada de su entorno.

Estos síntomas, especialmente en adultos mayores, pueden pasar desapercibidos o ser atribuidos a problemas cognitivos relacionados con el envejecimiento, lo que retrasa el diagnóstico y tratamiento oportunos.

Factores de riesgo y diagnóstico

Algunos factores de riesgo para desarrollar epilepsia en esta población incluyen accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, infecciones cerebrales previas o antecedentes familiares de epilepsia. Además, con el envejecimiento, el cerebro se vuelve más susceptible a desarrollar este tipo de alteraciones eléctricas.

Para diagnosticar la epilepsia sin convulsiones, es fundamental la realización de un electroencefalograma (EEG), que permite detectar patrones anómalos en la actividad cerebral. Además, estudios de imágenes como la resonancia magnética pueden ser útiles para identificar áreas específicas del cerebro que puedan estar afectadas.

El diagnóstico temprano es clave para el bienestar y la calidad de vida de los pacientes mayores. Sin un tratamiento adecuado, las crisis epilépticas pueden afectar seriamente el estado mental y la capacidad de los adultos mayores para realizar actividades cotidianas de manera autónoma, lo que puede conducir a un mayor riesgo de caídas, accidentes o deterioro cognitivo acelerado.

El tratamiento generalmente incluye medicamentos antiepilépticos, los cuales deben ser cuidadosamente seleccionados y dosificados debido a la sensibilidad y las posibles interacciones con otros medicamentos que pueden tener los adultos mayores. Un seguimiento cercano y una colaboración entre neurólogos, geriatras y familiares es esencial para ajustar el tratamiento a las necesidades de cada paciente.

Con el diagnóstico adecuado y un manejo cuidadoso, las personas afectadas pueden experimentar una notable mejora en su calidad de vida, evitando el impacto negativo de esta condición.

De tener algún síntoma asociado con este padecimiento, es importante que busque atención médica para que el profesional de la salud pueda realizarle una evaluación detallada del cerebro y la función del sistema nervioso.

Fuente: MedlinePlus, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.

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